I – In principio
erat Verbum
Sucede cada cierta vez en la vida,
o en cada vida por ves.
Cuando la dicha se detiene, la esperanza renuncia;
la sonrisa fracasa.
El amor desfallece, huye; se lleva la vida de los ojos.
Quedas solo con tus palabras vacías;
las que una vez cimentaron tu vida, ahora lapidan tu mundo
entero.
Caminabas por la vida creyendo que en el sendero andabas.
Jamás conociste el camino,
y por ende no vislumbrarías nunca ni un atisbo
de tu destino.
Porque un día despertaste y el destino era ya tu enemigo.
Vencido la batalla por sentir, hacia tiempo había;
y todo lo que tu creías, en ilusión fatídica se convertía.
Cada día rotaba de luz a sombra porque Dios en su burla,
decidió que notaras como el tiempo inexorable pasaba.
Y de repente, ocurre.
Asomas tu vida por la ventana de mi monotonía al final de un
día mas,
en la insoportable intrascendencia de mi existencia.
Siempre lo crucial en la vida pasa inadvertido para el corazón
y el alma.
De pronto tus ojos iluminaron mi noche.
Tus labios brotaron estas palabras de los míos.
Los sueños narraban nuestro futuro y
los miedos pánico tenían de perder
su alianza con nuestra soledad.
La tristeza lloró por perder nuestros corazones.
Las lágrimas renunciaron a quemar nuestra esperanza;
ahora solo lavan el espacio turbio que no deja que el
corazón vea al alma…
La llama que calentaba el invierno de mi vida
fue remplazada por el eterno sol de la mañana.
Entonces un día cualquiera note que sonreía.
Que ese vacío en mi pecho frío dio paso a la calidez de tu
latir.
¡Alegría cada mañana al despertar!
¡Soledad cada noche si tu no estas!
Sufrir por una razón, pensar en el pasado sin dolor.
Pelear por la calle o desde la cama, porque importa lo que
vale.
Creer en la soledad vencida para siempre jamás.
Pensar en poder amar, luchar sin miedo a fallar.
Así empieza esta historia escrita con nuestras palabras,
Que nace con tu voluntad y renace con cada palabra escrita…
Hasta el final.
I I – Magnificat
Este es el himno de tu deseo.
Glorificar a Dios desde tu seno cada día es letanía obligada
para los fieles.
Magnífica, llena de promesas tan difíciles de lograr
y ansias imposibles de tocar.
Endiosada en tu soberbia, poderosa en tu cólera,
frágil en el corazón humano que dices tener y creo conocer.
Este es el capítulo en que te maravillas.
Renuncias decir cosas estúpidas y cazas a incautos en tu
andar
Es así que gozas por pasar la vida sin renunciar.
Olvidas tú sufrir, tu dolor, luchas por todo este calor
vertido en tu cama.
Aquí es donde tú renaces; te confirmas superior a tus
dolores,
Superas tus amores, vences a los recuerdos que paralizan tu
confianza.
Saltas los preceptos, creas en el acto una respuesta exacta.
Desbaratas las ilusiones ajenas con un plumazo de tu fino
tacto.
He aquí que yo te traigo el arte.
La consigna de anteponerte a mi vida y discutir tus
preceptos.
Vengo con el dolor bajo un brazo y la alegría sincera bajo
el otro.
No prometo, solo escribo, vierto mi himno en cada trazo
destinado
a quererte.
Enarbolo la convicción de mi ex profeso amor sincero.
Protesto contra tu incredulidad automática,
Temo tu lógica a prueba de balas y tu exceso de confianza.
Tú sin razón invencible de la mano con tu furia
irrefrenable.
Vamos de una vez a diseñar ese futuro,
donde tu envejeces en mi amistad y yo maduro en tu cariño.
Donde me mires a los ojos y juntos podamos trascender al
amor.
Renuncies a tu pasado sin dolor,
reivindiques todo lo sufrido,
vengues tu inocencia y la mía.
Eres tu la magnifica, la llena de gracia y encanto.
Viniendo tan vestida de sol que quemas sin tu querer.
Yéndote tan de repente que te llevas todo sin ofender.
Así eres tú, la diosa de los mitos de mi mente hecha
realidad.
Pues si aquí es donde tú te maravillas y yo rezo,
Entonces en acto seguido tú me besas y yo río.
Es así como las cosas deben ser, es así como el destino pide
perdón por su delirio.
Es como amar con mucho espacio para pecar.
Y salvarnos al final
III – Et in
arcadia Ego…
Me duele recordarte así como te veo claramente en este
instante.
Si la soledad esconde tu nombre yo le refuto su perfidia con
los recuerdos
precisos de tu ser, descubriendo mi arte en ristre contra el
destino.
De los días en que tu juegas a glorificarme y yo trato de no
quemarme.
Es así que en la gloria yo resido.
Como aquel viajero insospechado que naufraga en la última
orilla del remanso,
al comienzo de tus piernas;
al final de mi cordura, al comienzo de mis sueños.
Redundancias de existir siendo ajeno.
Y en la arcadia de tu abrazo encontrar mi refugio
En el paraíso prometido vislumbrado entre tu mirar y tu
sentir,
encontrarme felizmente perdido.
Han pasado los días y las noches y el destino enemigo hizo
una tregua
en la guerra declarada contra mi emoción, mi sentir y mi
calma.
Tú eres la isla de mi exilio deseado.
Las ganas de mi inocencia por parecerse más a mi reflejo en
el espejo.
Tú eres la cima de mi anhelo, las faldas del cielo se
confunden con los pliegues
de ese vestido negro que arropo a la noche más que a tu
cuerpo endiosado.
Te dedico la vida entera en cada letra.
Eres la mensajera de la fantasía, comandando la realidad
desde la esquina hasta la cima.
Eres la comandante de la irreverencia, soltera empedernida
llena de impaciencia
por mi desavenencia
Y resulta que más bien de ti, debería decir lo que no
quieres que diga.
Tus secretos compartidos escondidas bajo la luna y las nubes
como sabanas tapando la realidad.
Yo guardo los secretos de mi diosa.
Yo protejo la integridad de su confianza,
Forjo entrega y gratitud.
Cosecho lucha y placer infinito.
Enséñame a gritar al unísono.
Convénceme de ser más tú y menos yo
Como te conviertes en mí,
pidiendo que sea nadie.
Así llevaras esta historia al final.
Y más allá