martes, 5 de junio de 2012

Sonido


Cuando suenas a Priscila el mundo se oye casi como el cielo.
No conozco más cielo que tus ojos al mirarme enamorada,
pero debe ser como el de allá arriba,
donde mora el creador de tu belleza

Cuando suenas a locura, me da miedo.
Temo la furia de los dioses contenida en tu pasión.
Infundada o respaldada, tu cólera mueve montañas y divide los mares.
Y tú ni enterada.
Y yo como un estúpido héroe de una tragicomedia griega de antaño, luchando contra lo inevitable.
(Y triunfando).

Cuando suenas a poesía, mi corazón se detiene.
Las profecías se cumplen a paso acelerado, a paso agigantado.
Mecido entre tus brazos de mujer y tus pechos de madre.
Mi corazón se reanuda, camina, corre, vuela.
Salta al vacío, se estrella y resucita para morirse de amor por ti otra vez.

Cuando suenas a mi mujer, me siento tan honrado.
Me siento desahuciado como un loco que encontró la cordura y
no sabe qué hacer con ella.
Es como vivir de nuevo; el orgullo no cabe en mí,
y la alegría, de tanta que es, ni yo me la creo.
Cuando suenas a mi chica, me vuelves un hombre verdadero.
Solo tú puedes lograr todos mis sueños.

Cuando suenas a celos, mi desesperación hace revuelo.
Salto al vacío y me muero de veras, y ataco por miedo.
Con temor recuerdo lo que era perder ante tu juego.
Piedad para el caído, ¿Recuerdas?
¡Benefíciame la duda diosa de mi devoción! ¡Monopoliza mi confianza!
Renueva los votos de eternidad debajo del árbol de nuestros sueños.

Cuando suenas a Priscila, todo encaja perfectamente.
Cuando mi vida me mira desde tus ojos, puedo al fin morir.
Cuando me dices que amas yo sonrío.
Cuando me dices que ME amas, yo al fin puedo despertar.

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